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Asociación de Antiguos Alumnos del ONP

Poesías de homenaje a D.Francisco Medina, por Juan Úbeda y Zoe Gordo

 

Sonrisas y lágrimas en el patio del colegio

 

 

Un día sublime un ángel a El Pardo llegó,

donde había niños abandonados

y el ángel se quedó.

 

Era un orfanato,

Nacional porque era único,

en un pueblo verde

de los alrededores de Madrid,

donde los pajaritos

en el campo jugaban a volar,

y al campo sacaba los niños

el ángel a estudiar.

 

Se quedó con ellos,

había encontrado su vocación,

y a ellos se dedicó de corazón.

Se llamaba Francisco Medina,

y convirtió su vocación en su medicina.

 

Era director y profesor,

y un amigo,

y el que cuenta a los niños

cuentos en forma de enseñanzas,

para que ellos crezcan con buenas andanzas.

 

Pero las tempestades del destino,

trajeron malos tiempos en vez de vino.

¡Oh, cruel destino!

¡Que osaste interrumpir

a unos bien aventurados,

que antes habían sido abandonados!

 

¡infieles días sucedieron de mil  batallas,

en un país que ardía en llamas!

 

Pero después las llamas de unos se apagaron

y las de otros también,

volviendo a un país a la calma

aunque no del todo bien.

 

En el orfanato se volvió a ver luz

después de una tempestad,

un ángel, unos niños reunidos,

y todos volvieron a ser amigos.

No obstante, la sombra de la tempestad,

haría aún herida en los protegidos

de un ángel que sufría

de no verlos a todos reunidos.

 

Sacarían a los niños del orfanato

para enviarlos a Madrid,

bien dicho sea

que a los pajaritos expulsaron de su nido

por la insidia y no por algún sentido.

 

Monjas mercedarias,

que eran como mamás vestidas de blanco,

profesores y todo un equipo personal

de atención a los niños,

acompañaron a su ángel y a los huérfanos,

no sin el sufrir

de ver que a los niños se iba a dividir.

 

Y así fue,

ver a niñas por un lado,

y a niños por otro,

 por primera vez.

 

A los niños los repartieron

con otros niños en el barrio de Delicias,

y a las niñas las dividieron entre casas

y el barrio de Carabanchel,

donde no había ni hojas de laurel.

 

Un niño, en el corro,

levantó la mano,

—¡Yo quiero, yo quiero…!

Y don Francisco Medina,

que era el ángel de los niños,

atendió a su pregunta,

los niños querían saber cosas del mundo,

él los reunía en corro,

como hermanos eran,

y a todos atendían

con las preguntas que le acontecían.

 

Un tiempo fueron felices,

a veces hermanos y hermanas se veían,

y entre abrazos mojados de lágrimas reían,

lágrimas llenas de cariño,

porque vivían como un ángel niño.

 

Soplaron vientos del Norte,

vientos del Sur,

vientos del Oeste,

vientos del Este,

y entonces, sobre el mundo angelical

en el cual vivían los niños,

cayó un vendaval…

¡Oh, cruel destino!

¡Es que no fue ya bastante!

¡Qué querías de nuestros niños, no obstante!

 

Y de los abrazos unidos,

se llevaron a las niñas a otros nidos.

Fue un estival del cuarenta y cinco,

a una Zaragoza del quinto pino,

en el que pocos conocían destino.

 

Con ellas quedaron algunas de nuestras mamas,

vestiditas de hábito blanco,

les hicieron una nueva casa de orfanato,

 y no un orfanato nuevo,

porque orfanato ya tenían,

eran, como los niños que se quedarían,

aunque no tomaran cardo,

del Orfanato Nacional de El pardo.

 

Y los vientos de los cuatro lados,

como habían dejado de soplar,

decidieron a los niños también acoplar.

Se les construyo también

un gran edificio en el barrio de Carabanchel,

en la calle del General Ricardos quedarían,

donde se haría historia

y se adoptaría el lugar como la casa que querían.

 

Apaciguar almas,

tarea bondadosa de ángeles,

fue entonces la tarea más dedicada

del nuestro en tiempos tan difíciles,

don francisco Medina,

con paciencia aplicó su medicina,

y los niños se sintieron acogidos

en el nuevo hogar,

donde serían felices y bien recibidos.

 

Así pasarían años,

entre la nueva felicidad,

la dicha y la buena ventura 

en Zaragoza y en Carabanchel

arroparían entre los niños a todo aquel.

 

Un niño, en el corro,

levantó la mano,

—¡Yo quiero, yo quiero…!

Y don Francisco Medina,

que era el ángel de los niños,

atendió a su pregunta,

los niños querían saber cosas del mundo,

él los reunía en corro,

como hermanos eran,

y a todos atendían

con las preguntas que le acontecían.

 

Felicidad, juegos,

dulces clases de enseñanza,

donde abundaban la lección y la danza,

deportes, ocio y visitas familiares,

donde ya la felicidad corría a raudales.

 

Don Francisco Medina,

el ángel de los niños,

aquí ya no era el director,

pero sí subdirector, profesor

 y de los niños, amigo el mejor,

y siempre que un niño necesitara preguntar,

a él siempre acudiría sin dudar,

pues los niños sabían que de él

la respuesta siempre sería fiel.

El ángel de los niños les hablaría

de las dudas en sus lecciones,

de la vida y sus complejidades,

de los mares y porqué no se vierten sus aguas,

de la Tierra y porqué da tantas vueltas,

y de las estrellas…

 

De las estrellas también,

porque es de allí de donde vino,

de una estrella angelical,

para a los niños bien cuidar.

Pues qué hubiera sido de este Orfanato,

de estos niños abandonados

con la triste historia que les preparó el cruel destino,

si un ángel no hubiera venido

para estar con ellos

en momentos de lo divino.

 

Gracias don Francisco Medina Ample,

por haber hecho tan largo viaje

desde una estrella tan lejana

y cuidar de estos niños abandonados

cuando más estaban necesitados.

 

Don Francisco Medina se fue,

décadas después,

en febrero del setenta y siete eligió su día,

y en los corazones de los niños el ángel seguía.

 

El Orfanato Nacional de El Pardo continuó,

allí en el Agustina de Aragón de Zaragoza

y en el Orfanato Nacional en Carabanchel,

dos estrellas se encargarían de iluminar a esos niños,

niños y niñas,

de día el sol matinal,

y de noche una estrella angelical.

 

 

                                       Juan Úbeda, antiguo alumno del Orfanato en Carabanchel.

                                                                          24 de enero de 2.009

R O S A S d e G R A T I T U D
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NO QUIERO QUE TE HAGAN DAÑO

(Dedicado a D.Francisco Medina)

Ha pasado medio siglo
y parece que fue ayer...,
- 11 años yo tenía...
muchísimo que aprender -
y D. Francisco Medina
con sus charlas y consejos
me entregó ’’la medicina’’...
para llegar alto... lejos.

’’ Se os viste..., se os alimenta...,
se os enseña y se os educa...,
lo demás... es vuestra cuenta...
no olvideis... la vida es dura ’’ ;
’’ No hagas el mal... siempre el bien...,
ten fuerza... fe y optimismo...,
comparte lo que te den...,
se honrado contigo mismo ’’ .

’’ Algún día... muy cercano...
debereis de trabajar...,
ganar el pan con las manos...,
esa es la finalidad ’’ ;
Y tanta razón tenía...
que apenas sin darnos cuenta...,
nuestra juventud moría...
dando paso a la cruenta
realidad de nuestros dias.

D. Francisco..., caballero !!...,
D. Francisco..., señorio !!...,
jamás le importó el dinero...
ni el cargo... ni el poderio ;
Ejemplo de rectitud...,
elegante y gran persona...,
- quiero ir... donde estés tú -
y llevarte una corona...
con ROSAS de GRATITUD .

Ay... D. Francisco Medina...,
descansa..., pasan los años...,
quitaremos las espinas
de tu corona divina...,
NO QUIERO... QUE TE HAGAN DAÑO .

Para los que tuvieron la suerte de ser aconsejados y educados por este GRAN HOMBRE.
                          

                                                         Cortesía de Zoe Gordo (Zoín) , enero de 2009

 

UN ANGEL BAJÓ del CIELO

(Dedicado a D.Francisco Medina)

Un ángel bajó del Cielo
mientras yo estaba dormido...,
entró despacio... en silencio...
y me susurró al oido ;
Todo ocurrió... de repente...,
- no se como sucedió -
me arropó... besó mi frente...
- con mis sueños se mezcló - .

Luego otros cuatro se unieron...,
- sentados en las esquinas...
me miraron... sonrieron...
y los cuatro... me dijeron... :
’’ es D. Francisco Medina ’’ .

Al final... me dió las gracias...
y recuerdos para todos...,
me dijo... que su desgracia
era no estar con nosotros ;
Que nos espera allí arriba...,
que al ’’Orfa’’ y su equipo ’’Irundo’’
recordará mientras viva
su memoria en este mundo.

Luego... cuando desperté...
comprendí el significado...,
- aunque muy lejos esté...
sigue pendiente... a tu lado - .

Un ángel bajó del Cielo...
y al despertar la alborada...
le eché de menos..., anhelo...
de un sueño sobre mi almohada.

RECUERDOS DORMIDOS
En lo mas recóndito del alma...
duermen callados mis mas gratos recuerdos...,
esperando que un Angel los despierte...,
ese Angel que ayer... entró en mis sueños.

SUPLICA (En su memoria)
No hableis jamás mal de el...,
no cometais tal torpeza...,
fué un hombre cabal y fiel...
de los pies a la cabeza .

Para los que le conocieron, muchísimos... y para los que no. Honrar es enaltecer (Zoe).
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Cortesía de Zoe Gordo (Zoín), enero 2009

 

 

 

 

1 comentario

rosa -

me gustaria saber algo de los antiguos alumnos del orfanato nacional del año 1948 si alguien sabe algo porfavor comuniquenmelo gracias